Historias por Resonancias
Por Mariana Rey

¿Cuántas veces una obra de teatro nos sacude el alma?
Es en el teatro donde las historias encuentran cuerpo y voz. No siempre entendemos por qué una obra en particular nos conmueve hasta las lágrimas, por qué una escena nos deja con un nudo en la garganta, o por qué un personaje ficticio parece hablarnos directamente. Pero sucede.
El teatro, más allá del entretenimiento, es un puente invisible entre lo que somos y lo que no sabíamos que llevábamos dentro.
El fenómeno tiene un nombre: resonancia, y ocurre cuando una historia toca una fibra nuestra —a veces olvidada, otras veces latente— y despierta algo profundo, como si nos recordara quiénes somos, de dónde venimos, o incluso qué heridas aún no han sanado.
El teatro como espacio de indagación
Cada historia que sube a escena está ahí para ser oída. Y cuando el público se sienta en sus butacas, no lo hace solo para mirar, sino para escuchar con todo el cuerpo. Escuchar con la piel, con los recuerdos, con las emociones.
Esas historias no están ahí por casualidad. Llegan a nuestra vida por una razón, aunque no la entendamos de inmediato.
El teatro nos obliga a preguntarnos: ¿Qué parte de mí se siente reflejada aquí?
El teatro se vuelve un canal que nos permite que las emociones que no sabemos expresar encuentren forma a través de otros. Sentir en colectivo.
En una época de velocidad, pantallas y ruido, no dejemos pasar esas historias. Persigámoslas. Escuchémoslas. Porque nos han elegido.
Vive el teatro con nuestras salidas grupales.